¿Cómo dar cuenta de una persona en su totalidad? Un viejo problema. Hay escritores que uno admira y que, cuando se los conoce personalmente, se van al descenso. Norberto Napolitano fue un hombre polémico. Parece que era un especie de cavernícola que, cuando alguien le decía algo que no le cerraba, se iba rápidamente a las manos. También se lo criticaba por ser menemista (en esto se le parecía a su odiado Charly García, quien llegó a grabar un disco con Menem). Y las mujeres lo repudiaban porque era más machista que los talibanes. Sin embargo, el Carpo decía con su voz gutural: "Todas las mujeres quieren coger con Pappo".

A mí me parece que el talento que pueda tener una persona es algo que en definitiva no le pertenece. Me parece que se es una caja de resonancia a través de la cual se expresa algo que nos excede. Como decía Heidegger: "Siento que ESO piensa en mí".

¿Pappo era visitado por el talento? Sí, era un poeta menor, suburbano que encerrado en una pieza con un solo juguete se las arregló para ser parte de la voz con la que se narró nuestra adolescencia. El tren de las 16, el sacerdote que no se daba cuenta que tenía grasa en el delantal, el hombre que trabajaba en las vías del ferrocarril y que se iba volviendo viejo... Fábulas urbanas que salían del Winco en las tardes de humo de nuestra adolescencia.

Por eso debe ser que algo me dolió en el pecho (como si repiqueteara ahí una amarga pastilla efervescente) cuando me dijeron que se había matado. No era Pappo, el hombre histórico de carne y hueso a quien no conocí, el que entraba en la muerte con una Harley Davidson. Era el Carpo, Pappo, ese nombre en la voz inmortal de mis amigos, una tarde tarareando sus canciones con los pies descalzos sobre la vereda, los dedos inútiles sobre una guitarra tratando de sacar un tema demasiado elemental, pero que tenía alma. Los olímpicos: algo que no se volvió a ver.